Como cada año, D. Ginés García Beltrán, Obispo de la Diócesis de Guadix-Baza envía una carta para dirigirse a los zujareños, publicándose en la Revista de las Fiestas. En este 2013, presentamos el contenido de esta carta.
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D. Ginés en la Ermita del Cerro Jabalcón durante su visita pastoral a Zújar |
"Hace
unos días he realizado la Visita pastoral a la parroquia de Zújar. Han sido
unas jornadas muy intensas, y no sólo de actividades, sino de experiencias y
sentimientos. Durante este tiempo he podido conocer mejor la realidad
parroquial de este pueblo, he podido compartir la fe con los que formáis la
comunidad cristiana. Doy gracias a Dios por haberme permitido conoceros más y
mejor, porque será el mejor camino para quereros y respetaros. Desde estas
líneas quiero expresaros también mi agradecimiento por la acogida que me habéis
dispensado como el que viene en el nombre del Señor.
En
Zújar he encontrado una comunidad parroquial viva, que es expresión de un
pueblo con hondas raíces cristianas. Todo esto es fruto de la transmisión de la
fe de muchos siglos y muchas generaciones. Una fe que ha ido forjando la
esencia y la identidad de este precioso pueblo a los pies del Jabalcón. Fe y
tradición han formado un todo que marca la vida de Zújar a lo largo del correr
de los días del año. O ¿acaso se entendería Zújar sin las Fiestas de la Virgen
de la Cabeza?, o lo que es lo mismo ¿cómo sería Zújar sin la presencia de la
Virgen?. Los zujareños, allí donde estén, miran cada día al camarín que guarda,
como un relicario, la imagen bendita de la Madre de Dios, la santísima Virgen
de la Cabeza.
Zújar
tiene una fe de arraigado sabor mariano. La devoción a la Virgen de la Cabeza
impresiona. En todas las casas que he visitado he podido comprobar que el mejor
sitio de la habitación principal está reservado a la Virgen. La devoción a
María es garantía de una vida cristiana fecunda. Donde está María, la Madre del
Señor, florece la vida cristiana. María es la mejor evangelizadora.
Sin
embargo, en lo que a la fe respecta, vivimos tiempos recios. El ambiente
secularizante que hace a Dios insignificante se extiende y llega al corazón del
hombre convirtiéndolo en un verdadero desierto donde el futuro se pierde en un
horizonte incierto. Muchos de nuestros contemporáneos han reducido el hecho
religioso a una mera tradición vacía de fe. Se puede llorar delante de la
imagen de la Virgen sin recibir el mensaje que ella nos trae, ese mensaje que
es su Hijo, el que lleva en los brazos, del que nos dicen: “Haced lo que él os
diga”. María, la Virgen, siempre nos lleva a Jesús, el fruto bendito de su
vientre. María no pretende ser la meta sino el camino que nos acerca a Dios. El
mejor testimonio de devoción y amor que podemos y debemos tributar a nuestra
Madre, la Virgen de la Cabeza, es acercarnos a Jesús.
Zújar,
queridos zujareños, tiene un tesoro. Su tesoro es la Madre, la que desde la
iglesia mira a cada uno de sus hijos; la que acoge en su regazo a aquellos que
están perdidos y no encuentran el camino; la que bajo su manto recoge a los hijos que la vida ha dispersado. Ella
es la que cuida de nuestros niños y acompaña el camino de los jóvenes; es la
que protege a las familias y es compañía para los ancianos, enfermos y los que
viven en soledad; es la Madre que está con los que sufren y alienta a los que
buscan. La Virgen es guía y luz para la vida de vuestra parroquia. María es
madre, y ejerce de madre cada uno de los días del año.
En
estos días he tenido el privilegio y el gozo de subir a lo alto del Jabalcón,
como hacéis vosotros, cada año, en las fiestas. He podido disfrutar con la
maravilla de la creación que desde allí se contempla, pero sobre todo, he
podido rezar delante de la Virgen, con vosotros y por vosotros. Allí le pedí
que todo ese horizonte de belleza que nos regalaba la creación, se convirtiera
en un horizonte que os muestre la belleza de la fe. He pedido a la Virgen por
vuestra fe y por la fortaleza de vuestra vida cristiana. Que vuestra esperanza
esté firmemente arraigada en el Señor, y que vuestra caridad no sea de palabra
sino con los hechos. Deseo que la subida al Jabalcón sea una imagen, una
parábola, de un pueblo que mira al cielo, que mira a Dios.
Os
deseo a todos unas felices fiestas, al tiempo que os bendigo con afecto en el
Señor."
D. Ginés García Beltrán, Obispo de Guadix-Baza