viernes, 19 de abril de 2013

Santa María de la Cabeza, tesoro de Zújar, ruega por nosotros


Como cada año, D. Ginés García Beltrán, Obispo de la Diócesis de Guadix-Baza envía una carta para dirigirse a los zujareños, publicándose en la Revista de las Fiestas.  En este 2013, presentamos el contenido de esta carta.

D. Ginés en la Ermita del Cerro Jabalcón durante su visita pastoral a Zújar


"Hace unos días he realizado la Visita pastoral a la parroquia de Zújar. Han sido unas jornadas muy intensas, y no sólo de actividades, sino de experiencias y sentimientos. Durante este tiempo he podido conocer mejor la realidad parroquial de este pueblo, he podido compartir la fe con los que formáis la comunidad cristiana. Doy gracias a Dios por haberme permitido conoceros más y mejor, porque será el mejor camino para quereros y respetaros. Desde estas líneas quiero expresaros también mi agradecimiento por la acogida que me habéis dispensado como el que viene en el nombre del Señor.

En Zújar he encontrado una comunidad parroquial viva, que es expresión de un pueblo con hondas raíces cristianas. Todo esto es fruto de la transmisión de la fe de muchos siglos y muchas generaciones. Una fe que ha ido forjando la esencia y la identidad de este precioso pueblo a los pies del Jabalcón. Fe y tradición han formado un todo que marca la vida de Zújar a lo largo del correr de los días del año. O ¿acaso se entendería Zújar sin las Fiestas de la Virgen de la Cabeza?, o lo que es lo mismo ¿cómo sería Zújar sin la presencia de la Virgen?. Los zujareños, allí donde estén, miran cada día al camarín que guarda, como un relicario, la imagen bendita de la Madre de Dios, la santísima Virgen de la Cabeza.

Zújar tiene una fe de arraigado sabor mariano. La devoción a la Virgen de la Cabeza impresiona. En todas las casas que he visitado he podido comprobar que el mejor sitio de la habitación principal está reservado a la Virgen. La devoción a María es garantía de una vida cristiana fecunda. Donde está María, la Madre del Señor, florece la vida cristiana. María es la mejor evangelizadora.

Sin embargo, en lo que a la fe respecta, vivimos tiempos recios. El ambiente secularizante que hace a Dios insignificante se extiende y llega al corazón del hombre convirtiéndolo en un verdadero desierto donde el futuro se pierde en un horizonte incierto. Muchos de nuestros contemporáneos han reducido el hecho religioso a una mera tradición vacía de fe. Se puede llorar delante de la imagen de la Virgen sin recibir el mensaje que ella nos trae, ese mensaje que es su Hijo, el que lleva en los brazos, del que nos dicen: “Haced lo que él os diga”. María, la Virgen, siempre nos lleva a Jesús, el fruto bendito de su vientre. María no pretende ser la meta sino el camino que nos acerca a Dios. El mejor testimonio de devoción y amor que podemos y debemos tributar a nuestra Madre, la Virgen de la Cabeza, es acercarnos a Jesús.

Zújar, queridos zujareños, tiene un tesoro. Su tesoro es la Madre, la que desde la iglesia mira a cada uno de sus hijos; la que acoge en su regazo a aquellos que están perdidos y no encuentran el camino; la que bajo su manto recoge  a los hijos que la vida ha dispersado. Ella es la que cuida de nuestros niños y acompaña el camino de los jóvenes; es la que protege a las familias y es compañía para los ancianos, enfermos y los que viven en soledad; es la Madre que está con los que sufren y alienta a los que buscan. La Virgen es guía y luz para la vida de vuestra parroquia. María es madre, y ejerce de madre cada uno de los días del año.

En estos días he tenido el privilegio y el gozo de subir a lo alto del Jabalcón, como hacéis vosotros, cada año, en las fiestas. He podido disfrutar con la maravilla de la creación que desde allí se contempla, pero sobre todo, he podido rezar delante de la Virgen, con vosotros y por vosotros. Allí le pedí que todo ese horizonte de belleza que nos regalaba la creación, se convirtiera en un horizonte que os muestre la belleza de la fe. He pedido a la Virgen por vuestra fe y por la fortaleza de vuestra vida cristiana. Que vuestra esperanza esté firmemente arraigada en el Señor, y que vuestra caridad no sea de palabra sino con los hechos. Deseo que la subida al Jabalcón sea una imagen, una parábola, de un pueblo que mira al cielo, que mira a Dios.

Os deseo a todos unas felices fiestas, al tiempo que os bendigo con afecto en el Señor."

D. Ginés García Beltrán, Obispo de Guadix-Baza

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