MARÍA, LA MADRE DE JESÚS, ES UNA MUJER POBRE, UNA MUJER DEL PUEBLO
Un año más llega el mes de Abril
y con él, las Fiestas en honor de nuestra patrona la Virgen de la Cabeza. Ella
es la que, una vez más, nos convoca y nos reúne. María, la Virgen de la Cabeza,
antes que madre fue mujer. Una mujer que libremente asumió sus
responsabilidades:
Ante Dios: dio su hijo a
Dios después de cerciorarse bien sobre lo que se le pedía (Lc. 1, 34 – 38)
Ante la sociedad:
arriesgándose a ser criticada (Mt. 1, 18)
Ante la historia:
respondiendo a Dios en la misión más importante encomendada por Dios a una
persona (Lc. 1, 31 – 33. 38)
María contó con su esposo, José,
que la respetó (Mt. 1, 18 – 19), creyó y confió en Ella. Dios fue enteramente
libre para acoger a la Madre de su Hijo. ¿A qué María, a qué mujer elige?
A UNA MUJER JUDÍA. María
pertenece al pueblo judío, un pueblo pequeño y pobre, colonizado y ocupado
militarmente por el Imperio Romano, María es de Nazaret, pero de “¿Nazaret puede salir algo bueno?” (Jn.
3, 46)
A UNA MUJER POBRE. La Madre de
Dios es de un pueblo, Nazaret. Da a luz a su hijo en un establo y no tiene otra
cuna para Él que un pesebre. (Lc. 2, 7 – 19)
PUES A ESA MARÍA Y NO A “OTRA”
ESCOGIÓ DIOS.
Los hijos queremos lo mejor para
nuestras madres. Y lo mejor que quiso Dios, lo mejor que quiso Jesucristo para
su madre es que fuese una mujer humilde, sencilla y pobre, del pueblo, ¿por qué
será?
María era consciente de ser una
mujer pobre, del pueblo, y lo aceptó y dio gracias por eso y por ser la
favorecida por Dios: “Proclama mi alma la
grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque se ha
fijado en su humilde esclava” (Lc. 1, 46 – 49)
El buen hijo no se avergüenza de
su madre.
Dios buscó a la madre de su hijo
donde mejor podía estar, al alcance de todos, donde todos, pobres y ricos,
podían fácilmente encontrarla.
Porque así es Dios: “YO, EL
SEÑOR, QUE SOY EL PRIMERO, YO ESTOY CON LOS ÚLTIMOS” (Is. 41, 4)
El que quiera de verdad a María
de Nazaret, no puede amargar la vida del pueblo, la vida del prójimo, sino que
le tiene que querer y solidarizarse con él.
D. José Antonio Sánchez López, párroco de Zújar
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